Los rayos son una de las principales causas de muerte relacionadas con fenómenos meteorológicos, algunas personas logran sobrevivir pero sufren lesiones graves. Te contamos qué son las “figuras de Lichtenberg” sobre la piel, y otros datos importantes para concientizar sobre los peligros..
Un rayo es una muy poderosa descarga natural de electricidad estática. Dentro de las nubes de tormenta (cumulonimbus), existen violentas corrientes de aire ascendente y descendente; estas arrastran las partículas de hielo y agua subfundida que conviven dentro de este tipo de nubes, y el movimiento provoca colisiones entre ellas. Es así como las partículas más pesadas se cargan negativamente, alojándose en la base de la nube, y las más livianas con carga positiva, quedan en la parte alta de los cumulonimbus. La separación de cargas genera una diferencia de potencial eléctrico y desata una descarga.
Los rayos también compensan las diferencias de potencial que existen entre dichas nubes y la superficie terrestre, interactuando con algún elemento alto que sobresalga del terreno (como un edificio, antena, árbol, etc.), y justamente en ese “etcétera” radica el peligro y la amenaza de ser alcanzados por un rayo.
La potencia del rayo
Logramos apreciar la descarga eléctrica precipitada de un rayo porque se manifiesta, por un lado con una emisión de luz (llamada relámpago), y por el otro con un sonido característico que nos puede aturdir (llamado trueno). El relámpago es causado por el paso de la corriente eléctrica que ioniza las moléculas de aire; mientras que el trueno, es la onda de choque causada cuando el rayo calienta de sobremanera el aire aumentando su volumen, (puede alcanzar temperaturas de 25000 °C), entonces el aire se expande a gran velocidad y al mezclarse con el aire frío del entorno de manera brusca, se vuelve a contraer y genera ese sonido.
En el mundo se producen unas 44 mil tormentas diarias, que generan más de 8 millones de rayos; estos descargan una energía de entre 200 mil amperios y 100 millones de voltios (según datos de la Organización Meteorológica Mundial). La energía liberada es comparable a 2 millones de toneladas de dinamita.
Los rayos viajan una velocidad media de 440 km/s, (pudiendo alcanzar velocidades de hasta 1400 km/s). Mide unos 5 km de longitud en promedio, y solamente 1 cm de ancho. Existen registros de caída de rayos, incluso a más de 20 kilómetros de distancia del lugar de la tormenta.
Una verdadera amenaza
Según algunas estadísticas, durante varias décadas del siglo XX, el impacto de un rayo en una persona era una de las principales causas de muerte relacionada con los fenómenos de la naturaleza. En los últimos años la tasa fue cayendo, seguramente tiene mucho que ver con el cambio de una sociedad rural a otra fundamentalmente urbana. Recordemos que, la probabilidad de ser alcanzado por un rayo es mucho mayor en el medio rural, porque los altos edificios con estructura metálica protegen las áreas adyacentes (al igual que los pararrayos), en cambio en el campo, los árboles altos y aislados atraen las descargas.
El Servicio Nacional del Clima de EE.UU. estima que, entre los años 1987-2016, se han producido un promedio de 47 muertes anuales por impacto de rayos, en España, entre 1990-2000, se produjeron 73 víctimas mortales, y en Argentina (según un estudio realizado por la investigadora y Dra. en geofísica Gabriela Nicora), ocurren unas 50 muertes al año como consecuencia de la caída de rayos.
Desde los distintos servicios meteorológicos y medios de comunicación, los científicos y divulgadores advierten continuamente a la gente sobre los peligros de permanecer a la intemperie (en canchas, playas, parques, piletas, etc.), durante el desarrollo de tormentas, incluso un tiempo prudencial antes y después de la misma, porque las descargas pueden viajar varios kilómetros.
El impacto de un rayo nos puede generar lesiones neurológicas y cardiopulmonares, estas son las más peligrosas y responsables de los casos fatales. Puede producirse asistolia, insuficiencia cardiaca severa, fibrilación ventricular, paro respiratorio por daño directo del sistema nervioso central, derrame pericárdico masivo.
Además, pérdida de la visión y/o audición, fracturas, pérdida de la memoria, confusión, trastornos en la conducta y quemaduras graves. Dentro de todo este abanico de posibles daños, una de las consecuencias más leves (pero bastante impresionante), son las marcas ramificadas en su piel, se las conoce con el nombre de “figuras de Lichtenberg”.
Las figuras de Lichtenberg
Su nombre de debe al físico alemán Georg Lichtenberg, que en el año 1777 descubrió unas singulares figuras formadas por las partículas de polvo sobre las placas cargadas eléctricamente.
Las figuras de Lichtenberg son imágenes producidas por descargas eléctricas ramificadas, arborescentes, que a veces se forman sobre la superficie o en el interior de materiales aislantes, y también aparecen sobre la piel de víctimas de un rayo. Se puede adivinar a veces la trayectoria de la electricidad en el cuerpo de la víctima, debido a la formación de estas figuras.
Son de un color rojizo con patrones en forma de helecho, y pueden persistir por días. Los especialista en salud, explican que son causadas por la ruptura de vasos capilares debajo de la piel, producida por el pasaje de la elevada corriente eléctrica de la descarga del rayo, por las ondas de choque del sonido, o por el poderoso destello luminoso. Los vasos se dilatan y aumenta el diámetro de los capilares, que favorece la llegada de más sangre a la zona.