Tres clubes de la zona, el Jockey, el Rosario Golf y el Mitre de Pérez, ya cuentan con detectores tempranos de tormentas eléctricas que les permiten medir la proximidad del fenómeno, emitir un alerta y resguardar a socios y visitantes bajo techo.
El sábado pasado, a la misma hora en que en Mendoza al 8100 ocho jugadores de fútbol amateur caían fulminados por un rayo, en las tres entidades protegidas sonó la sirena alertando del fenómeno y se suspendió toda actividad deportiva. Aunque es importado, el equipo es de muy bajo costo: se consigue a partir de unos pocos cientos de dólares y casi carece de mantenimiento. Necesita, eso sí, que alguien monitoree sus señales para poner en marcha el protocolo de prevención.
En Estados Unidos hace años que esos sistemas de detección temprana de tormentas se usan en forma particular y doméstica, sobre todo entre quienes suelen salir de camping, navegan o practican montañismo.
Son pequeños y móviles, de modo que en los hogares del norte hasta se suelen utilizar para determinar el momento en que será oportuno desconectar los electrodomésticos ante el riesgo de que los dañe un rayo.
En Rosario, mientras se ultiman detalles para contar con un sistema integrado de alerta temprana (ver aparte), algunos clubes ya se proveyeron su propia protección. Son el Country del Jockey (Wilde y Córdoba), el Rosario Golf (Morrison 9900) y el Mitre de Pérez (ruta 33, sobre la localidad vecina).
Los tres, ubicados a pocas cuadras de las canchas del Centro Educativo San Francisco Solano, en Mendoza al 8100, donde el sábado se disputaba el torneo de la Liga de Bancos y Seguros hasta que un rayo cayó sobre una de las canchas y derribó a diez jugadores, hiriendo y dejando inconscientes a ocho de ellos.
Minutos antes de esa descarga, en el Country, el Golf y el Mitre sonó la alarma que obligó a los socios a dejar la pelota, guardar los palos y hasta salir de las piletas, para dirigirse a algún punto bajo techo.
Hace ya años que las tres entidades cuentan con el sistema de alerta. En el caso del Rosario Golf, en 2003 dos jóvenes caddies intentaron guarecerse de una tormenta eléctrica bajo un pino que atrajo un rayo y esa decisión les costó la vida.
Poco después, tanto esa entidad como el Jockey adquirieron equipos de detección. Y el Mitre, por su parte, ya había comprado el sistema durante la década del 90, confirmó ayer el capitán de cancha de la entidad, Héctor Delprato.
En el caso del Country, el equipamiento cuenta con tres dispositivos “triangulados”: uno se encuentra en la sede, el otro en el sector de las canchas de hockey y el tercero en el Golf. Según de dónde esté llegando la tormenta, uno de los tres se activa primero y, mediante señales lumínicas que indican la proximidad del fenómeno, emite el alerta anticipado.
De inmediato se dispara una sirena que suena ininterrumpidamente por cinco minutos y se escucha hasta a 15 cuadras a la redonda, detalló el gerente de la entidad, Ricardo Pérez, lo que da tiempo para poner en marcha un protocolo de evacuación ordenada apoyado, además, por cartelería distribuida por todo el predio.
“Sin correr, tranquilamente, la gente debe abandonar las canchas e incluso la pileta cubierta y protegerse bajo techo de material, no de uno metálico ni bajo un árbol”, sostuvo Pérez.
El sábado, a la misma hora en que los ocho futbolistas aficionados resultaban heridos en Mendoza al 8100, en el Country se suspendía un importante partido de rugby de primera división donde los locales enfrentarían al Newman de Buenos Aires por la Liga Nacional. “La prevención funcionó perfectamente, por eso nos golpeó enterarnos al rato de lo que había ocurrido en el partido de fútbol a tan pocas cuadras”, dijo el gerente.
También en el Mitre sonó la alarma antirrayos. “Los jugadores tenemos absoluta conciencia de que estar en un campo grande de golf conlleva peligro en caso de tormenta eléctrica, así que de inmediato respondemos al alerta”, contó unas de las socias del club de Pérez, María Lidia Baqué.
El capitán de cancha recordó que “los accidentes por rayos existen desde que el hombre está sobre la tierra”, pero en terreno abierto, como los campos deportivos, los riesgos se acrecientan.
Y quizás porque por tradición deportiva, el Golf del Mitre mantuvo siempre contacto con entidades de Estados Unidos, donde los detectores de rayos son moneda corriente. El club fue pionero en adquirir el dispositivo, al que Delprato definió como “de altísima protección y bajo costo y desgaste”.
Aunque el directivo dijo ignorar si actualmente esos sistemas importados están disponibles en el país, calculó que su precio promedio puede rondar los 400 pesos. Según algunas páginas web, en rigor se consiguen desde por poco más de 100. Algunos de ellos “tan pequeños que caben en una mano”.