¿Pararrayos o anti rayos? Aunque a primera vista pueden parecer iguales, el principio que cada uno utiliza para la protección es diferente: mientras que uno “atrapa” el rayo para conducirlo a tierra, el otro “impide” su formación, anulando de raíz sus posibles efectos.
Uno de los mitos más arraigados en la sociedad argentina, país ubicado en una de las regiones del mundo en donde más rayos caen –y causan alrededor de 50 muertes al año–, es que colocar un pararrayo asegura que todo rayo que pase cerca de allí será “atrapado”. Esto no solamente es falso, sino que en ocasiones puede aumentar la probabilidad de impacto en los alrededores e incrementar el riesgo de vida.
El pararrayos fue inventado por Benjamin Franklin en 1753, y la misma tecnología sigue en uso hasta la actualidad sin grandes cambios en sus formas. Su función es interceptar los rayos que impactan desde las nubes de tormenta en los edificios o las construcciones en donde se encuentre, dispersando las corrientes eléctricas captadas en el suelo. Es necesario dejar en claro que la función de los pararrayos es captar, derivar y disipar la corriente del rayo a tierra para brindar seguridad a las construcciones; es decir que no evita que caigan rayos en el lugar, sino que le ofrece un camino determinado para su descarga a tierra. Esto hace que no puedan garantizar la protección en un 100%.
Existe otra tecnología, basada en una invención de Nikola Tesla, que ofrece una protección más eficiente contra los rayos. Esta tecnología es desarrollada por una empresa argentina y ya se encuentra en uso en el país, tanto en edificios gubernamentales como privados. Su funcionamiento está basado en compensar y estabilizar el campo eléctrico existente en su área de protección, anulando así la formación del trazador ascendente. De esta manera, los campos eléctricos son drenados a tierra en forma de inofensivos miliamperes y el rayo se neutraliza. Cada capacitor del dispositivo tiene uno de sus electrodos referenciado a tierra, el cual se carga con la misma carga que la tierra.
¿CÓMO SE GENERAN LOS RAYOS?
Para que haya rayos, es necesario que el aire sea inestable, que contenga gran cantidad de humedad, y que algún mecanismo lo haga ascender. En esencia, los rayos son poderosas descargas eléctricas que ocurren entre dos centros de carga de signo opuesto.
Pueden aparecer en el interior de una nube de tormenta (rayos intra-nube) o entre la nube y el suelo (rayo nube-tierra). Por encima de los 5.000 metros de altura, las gotas de agua congeladas y los cristales de hielo de la nube chocan y, al frotarse entre sí, se rompen y se cargan de energía.
Las intensas corrientes de aire separan las cargas eléctricas, llevan las positivas a la parte superior de la nube y las negativas a la base, lo que induce una carga positiva en la superficie de la tierra (los opuestos se atraen). En condiciones normales, el aire es un buen aislante de electricidad. Pero cuando hay una nube cargada, aumenta el potencial eléctrico tanto dentro de la nube como entre la nube y la superficie de la tierra.
Cuando la diferencia de potencial o “voltaje” es muy grande, esta enorme cantidad de electricidad se abre camino a través del aire por un canal conductor que conecta las zonas con cargas opuestas.
EL FENÓMENO EN ARGENTINA
En Argentina hay tres regiones con una gran cantidad de tormentas eléctricas al año: el noroeste andino (Salta, Jujuy, Tucumán), el noreste (Misiones, Formosa, Chaco, Corrientes, norte de Santa Fe y Entre Ríos), y la región centro serrana (Córdoba y San Luis). En estos lugares, la frecuencia de las tormentas es mayor en primavera y verano que en las estaciones de otoño e invierno.
En Córdoba, por ejemplo, es obligatorio instalar pararrayos en edificios públicos, clubes y lugares de esparcimiento al aire libre en general. En todo el país, suele exigirse pararrayos también para estaciones de servicio. Igualmente, se han observado muchas ocasiones en las que el rayo ha golpeado directamente el suelo, apenas a unos metros de distancia de un pararrayo. En ciertos casos la instalación y el mantenimiento son obligatorios por el código de construcción, y siempre tiene que hacerlo un profesional capacitado.
En 1916, Tesla registró la patente número 1.266.175, en la que mencionaba los principios de funcionamiento de un dispositivo primitivo y explicaba los inconvenientes que ya en ese entonces producían los pararrayos de punta: estos, en lugar de proteger los bienes y personas, atraen los rayos, lo cual aumenta la factibilidad de caída de rayos y, por consiguiente, los riesgos. Los rayos pueden ingresar a las casas por la línea de teléfono, el bajante de la antena del televisor, las líneas eléctricas de entrada, las tuberías metálicas de agua y los tendedores para secar ropa.
Nuevos materiales y diseños, sumados a años de experiencia, permitieron mejorar las experiencias de Tesla, evolucionando en la protección de fenómenos atmosféricos. Así se llegó a un sistema anti rayos, que consiste en un “captador pasivo” diseñado para equilibrar y desionizar los efectos de los fenómenos atmosféricos a través de múltiples compensadores, lo cual produce un escudo protector en el área de cobertura. En este sistema, un electrodo libre induce cargas atmosféricas contrarias a las de la tierra, equilibrando la carga de los electrodos, lo que genera una diferencia de potencial. Esto provoca un flujo de cargas a tierra, las cuales son absorbidas de la atmósfera, gracias a lo cual el rayo no puede formarse.
¿PARARRAYOS O ANTI RAYOS?
Alari es una empresa argentina especializada en protección perimetral y seguridad anti rayos, con 70 años de trayectoria y cuatro generaciones de familia. La compañía emplea actualmente a 40 personas, con una planta de fabricación, depósito y salón de ventas en el barrio porteño de La Boca, con una superficie de 1.200 m2.
“El desarrollo creado a partir de la patente de Tesla está diseñado para proteger, utilizando contramedidas que controlan y compensan los efectos electroatmosféricos producidos por el cambio climático, la contaminación electromagnética a nivel industrial o procesos meteorológicos o solares, manifestados en forma de tormentas eléctricas y pulsos electromagnéticos”, señalaron desde el departamento técnico de la empresa acerca de las ventajas de este sistema por sobre el pararrayos convencional. “El sistema anti rayos protege de manera permanente su área de cobertura para corregir los efectos de las perturbaciones electromagnéticas en función de su procedencia, frecuencia, tensión e intensidad”, ampliaron.
En cuanto a su efecto, describieron que con este sistema “se compensa y estabiliza la corriente de los campos eléctricos en su entorno, drenándola a tierra y anulando la formación del rayo. Según el modelo instalado, el área de protección es de entre 25 y 120 metros de radio”.
ACERCA DE ALARI
Alari, empresa precursora de este sistema en Argentina, cuenta con 22.960 instalaciones en obras residenciales y 591 proyectos de alta complejidad en sitios remotos, siendo pionera en equipamiento para seguridad anti rayos con su producto PDCE SERTEC. La compañía posee la representación exclusiva de esta línea de productos, que además de estar certificados por normas internacionales, cuentan con sello verde. Los ensayos locales realizados por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) superaron las exigencias en resultados respecto de la norma y ensayos europeos.
Alari tiene actualmente más de medio centenar de instalaciones realizadas en el país, entre las que se encuentran fábricas, hospitales y sanatorios, complejos deportivos, construcciones, monumentos y sitios históricos, centros comerciales, aeropuertos, subestaciones eléctricas de alta y media tensión, entre otros clientes, en los que figura la Casa de Moneda.
Además de los sectores citados, la empresa apunta a ampliar su mercado a los barrios cerrados (ya está presente en el country San Carlos, en el norte del Gran Buenos Aires) e incluso a eventos de concurrencia masiva, como recitales.
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